Hace más de diez años cuando cruce por primera vez el charco recuerdo que estuve mame y mame con quien eventualmente se convertiría en mi tutor de licenciatura que fueramos a París. Que buscara un congreso ahí y nos fuéramos. Que nos equivocáramos de avión y termináramos ahí.
Recuerdo que me dijo: "ya llegará, Pepe. A su momento".
Hoy, 11 años después, parto allá. Sin buscarlo. Simplemente llegó.
A su momento. Pero en otras circunstancias.
En MI momento.
Y ya otro día rescato otro trapito al sol de mi pasado.
No sabía dónde escribir esto, y recordé que tengo un blog. Un blog olvidado al que siempre prometo volver y nunca cumplo. Si ya saben cómo soy...
Durante las últimas semanas me he convencido más de algunas decisiones. Algunas malas decisiones que no me apena arrobar y de cuyas consecuencias estoy muy conciente. En particular, la decisión de vivir en Cuernavaca.
Escribo esto con un resfriado de perro ocasionado por los cambios bruscos de temperatura. Digo que vivo en Cuernavaca, pero saben muchos -y si no se enteran- que viajo constantemente a la Ciudad de México a estudiar y trabajar. Así, con los cambios de temperatura propios de la estación aunados a los del cambio de clima propios del bonito trayecto Cuernavaca-México-Cuernavaca, más un atorón en la carretera libre a las 2 a.m. con frío calante hasta los huesos, pues caí presa de la tos de perro, cuerpo cortado y ganas de no haber nacido.
Eso me busco yo. Lo sé. Y lo acepto.
¿Por qué seguir viviendo en Cuernavaca cuando todo sería más fácil si estuviera en el DF y ya? Esto me remonta a los años aquellos en los que yo solía migrar como exiliado y perseguido de mi infancia. Aquellos que hayan conocido este bodrio de blog hace diez años cuando los blogs eran populares (y no existía facebook) recordarán que constantemente platicaba sobre lo que significó para mí nunca tener un ligar fijo dónde crecer y echar raices. La lista de lugares donde la vida me llevó es amplia, disfruté y aprendí mucho de cada sitio donde estaba, de cada persona que conocía, y es innegable que todo ese bagaje de experiencias han moldeado el tipo de persona que soy. A pesar de las innumerables cosas positivas que pueda decir, siempre hubo un problema: nunca tuve la oportunidad de echar raices en ningún sitio.
¿De dónde eres, Pepe?
Esa suele ser una de las preguntas más difíciles de contestar para mí. ¿Que significa ser de un lugar? Vaya, no es secreto a estas alturas que nací en el DF aunque lo haya renegado por eones, que viví intermitentemente en Puebla por muchos años, que pasé por Chihuahua, Cd. Juárez, Veracruz, Villahermosa, Corpus Christi y que finalmente mi familia se asentó en Cancún. Cuando llegamos allá por fin pude estar lo suficiente para generar lo más parecido a un vínculo de identidad y pertenencia, el cual me frustró de sobremanera cuando después me vine a estudiar a Cuernavaca. Tampoco es secreto que al principio aborrecía a la Eterna Primavera por su publicidad engañosa y por lo mucho que me hacía extrañar mi rinconcito tropical. Luego me fui a hacer la maestría a la maravillosa Philadelphia donde también me sentí como en casa, y después regresé a México y comencé una dinámica desastroza que involucraba ir y venir de Cuernavaca a Puebla todas las semanas, la que me terminó hartando y me orilló a tomar la decisión de asentarme en ambos lugares. Los últimos seis meses gracias a distintos factores me hicieron decidir quedarme de plano en Cuernavaca, con los traslados frecuentes y breves al DF, haciendo de la autopista México-Cuernavaca una suerte de oficina virtual donde termino de leer lo del día. No he ido a Puebla.
Yo, en un photoshop mal hecho que retrataba mi relación sentimental con la
Ciudad de la Eterna Primavera durante el periodo que estudié la licenciatura.
¿De dónde eres, Pepe? ... Pues soy de donde se me pega la rechingada gana.
Los tres años que llevo radicando en Cuernavaca han sido unos años maravillosos. Aunque al principio renegué horriblemente, comencé a trabajar en muchas cosas. Gracias a los talleres de divulgación conocí buena parte del Estado de Morelos. He desarrollado varias facetas de mi vida profesional aquí, tengo amistades entrañables que quiero y admiro enormemente.
Cuando entré al doctorado, con todas las cartas en mi contra (especialmente la limitación de no tener coche y el periodo de pobreza patrocinado por el trámite de beca CONACyT), me dije a mí mismo que este semestre sería una prueba para determinar, eventualmente, si me mudaba al DF o no. Ayer tomé mi decisión. Me quedo.
Me quedo, porque las contingencias de mi vida siempre me han constreñido, de una u otra manera, a algún sitio. Cuando no fue que soy alérgico al DF y que me pueden llegar a matar niveles altos de smog -o respirarlos directamente, como aquella vez en el globo de México Mágico en Chapultepec, fue que mi familia se mudaba. Y cuando odiaba Cuernavaca, es porque no tenía otra opción: Genómicas está en el Campus Morelos si te gusta, y si no te chingas.
Nel. No se la dedico a nadie.
Creo que las unicas dos veces que he podido decidir concientemente dónde vivir son el año en Philadelphia y ésta. Philly es uno de los mejores años de mi repuñetera vida y lo disfruté como nadie puede imaginarse. Mi tutora de aquel entonces llegó a decir que mi experiencia epitomizaba lo que debía ser un estudiante extranjero en los yunaited. Este tiempo en Cuerna también me ha hecho muy feliz. Y creo que esta felicidad no radica en qué tan bonita, segura, conveniente o tranquila sea esta pobre tierra olvidada por la fortuna, sino porque es mi fucking decisión.
Vivir en Cuernavaca es la primera decisión que he podido hacer en cuanto al tema. No me constriñe la falta de auto, ni la movilidad, ni las horribles consecuencias. Mi tos de perro no es nada en comparación con esa sensación de tranquilidad de que a pesar de tener que ir al DF, aún tengo una vida en este lugar.
No sé si esto ya me haga acreedor de mi credencial de guayabo honorario, y no sé si soy de Cuernavaca o no. Pero por primera vez en mi miserable vida puedo decidir y lo hago aceptando los costos. No tendré un par de horas de sueño, me darán tres resfriados semestrales y siempre por las mismas razones, llegaré tarde a miles de reuniones y me perderé de muchos eventos, me costará mucho trabajo a ver a varias personas y quizá otras cosas que no recuerde ahora. Pero la alternativa me haría muy infeliz, verdaderamente. Si tomara la decisión de irme a México en este momento, sería constreñirme a la propia circunstancia de vida que en efecto yo mismo determiné, y al final me haría muy infeliz. Maldeciría el tráfico, odiaría a la gente y terminaría amargado y miserable. Y prefiero la gripa.
No pretendo que esto sea comprensible para nadie más. Para mí hace sentido.
Soy de donde se me pega la rechingada gana, y por el momento, se me pega la rechingada gana de ser de Cuernavaca. Por ahora. Ya después, la vida dirá.
Corría el mes de septiembre de 2004. Era un bonito martes, y al día
siguiente tendría mi primer examen parcial de Principios de
Programación. Como nunca fui un buen genómico (#equis#YOLO#swag#dealwithit) decidí aceptar la invitación.... no, la sonsacación para ir a la infamosísima feria de Tlaltenango.
¡Que alegre iba Pepe! Tras callar la voz de la conciencia, pudo
disfrutar su puñetera feria. No obstante, un episodio dramático,
fatídico, desaforado estaba a punto a
acontecer. Ante la presencia de los bonitos juegos mecánicos, Pepe
decide subirse a uno. Porque así es Pepe. ¡AY QUE DOLOR QUE DESGRACIA!
Ya estándo arriba, no me cerraba la barra de seguridad que evitaría que
saliera volando por encima de la barranca y hasta Rancho Tetela.
-Puedo agarrarme fuerte del tubo- pensé, no sin antes recapacitar en lo
pinchurrientamente mal que se oía esa frase. Y en eso, ocurrió. El
momento más triste de mi vida hasta ese momento.... o al menos uno del
top 5. Llegó el encargado a decir que como no cerraba la barra de
seguridad no podía subirme, que le llegara.
Y hoy, esta imagen sale en el 9gag.
T R I G G E R E D ! ! ! UNO ! ! 1
Aquel día me tuve que resignar a ganar una vuelta gratis en una
cochinada que parecía híbrido entre carrusel y carritos chocones, porque
Susana y yo nos pusimos a perrear en el concurso de reggeatón. Bien
glorioso el asunto.
P.D. 10 años después la cretina mayor me acompañó a desquitar ese traumático momento de mi adolescencia.
Unos pensamientos, de a gratis, a quien los quiera.
Que te guste el fútbol no te hace automáticamente estúpido, alienado o poca cosa. A lo más, te vuelve una persona que gusta del fútbol.
Odiar al fútbol no te hace automáticamente inteligente, crítico o un intelectual destacado. A lo más, te vuelve una persona que odia del fútbol.
La mitad de las mentes más brillantes que conozco son aficionados al fútbol. A la otra mitad de las mentes más brillantes que conozco les es indiferente ese deporte. Curiosamente, de las mentes más brillantes que conozco, ninguna odia el fútbol -lo cual no puedo asegurar que sea una tendencia, sólo es mi muestreo.
A muchos de los que no les gusta el fútbol, les gusta otra cosa: el tenis, la Fórmula 1, la lucha libre, o el macramé; cada quién tiene sus pinches gustos en estas cuestiones tan pinche irrelevantes.
Que a alguien le guste hacer chambritas o cascaritas con un envase de frutsi vacío no implica necesariamente que no le interesen otras cosas: por lo general los seres humanos somos creaturas más profundas y complejas que la caricatura que hacemos de nosotros.
La aplicabilidad de los puntos anteriores puede ser extendida a muchas otras cosas más. Por ahora, me limito al fútbol porque eso hace enojar al Pepe de 2010, já.
P.D. Creo que la única actividad a la que sí puedo odiar y oponerme con todas las fuerzas de mi ser es el toreo. Grrr.
P.D.2. Tengan tres gramitos de sentido del humor. Esta no viene al caso, pero en algún lado tenía que escribirlo.
Hace exactamente una semana, y al decir esto no es sólo un redondeo sino exactamente las 168 horas que hay en siete días, fumé mi último cigarro.
mentalizándome que es el último, es el último, es el último
— Pepe (@pepetonito) February 11, 2014
Y cuando ya fumabas cerca de dos cajetillas diarias el vicio comienza a ser preocupante, la verdad -y cuando digo "cerca de dos" hago trampa por que fumaba Delicados y esos traen 25 cigarros por cajetilla, cuando la cajetilla se define como 20 cigarros en general.
Comienza a preocupar el asunto ese de la salú, porque tal y como sugieren las ratas fotoshopeadas de las cajetillas, el cigarro hace daño. Pero esa letanía me la sé, se la saben, y no soy yo quien venga a sermonear sobre ello. A mí me preocupaba más la lana, porque el pinche tabaco ya cuesta más que una comida de fonda y pues nomás no.
Así que ahora pueden revisar las últimas entradas de este blog, o mis últimos tuits, y entenderán mejor.
¿Qué como me siento? Mucho mejor. Hoy, con lo que ahorré de cigarros en una semana compré cosas que hace mucho quería comprar: zapatos nuevos. En cuanto a lo físico y que sólo me interesa a mí, es cierto: el cigarro quita el hambre, así que la última semana ha aumentado considerablemente mi consumo de chicles. Los chicles también ayudan a la sensación -más psicológica que fisiológica- de tener algo metido en la boca (sin albur). Pero lo peor de dejar de fumar, lo peor lo peor... después del corte (descripciones gráficas, aunque puro texto).
...o mejor aún, cuando superé aquella vez que intenté lo mismo hace tres años y medio:
96 horas. Oficialmente, llevo más tiempo de éxito en el #Reto204 que la vez que lo intenté en el 2010.
— Pepe (@pepetonito) February 15, 2014
Lo importante es que en ambos casos, además de mi estado mental vulnerable pero optimista (más el primero que el segundo), siempre he medido la duración del reto en horas. O en momentos críticos, como este:
Soy Pepe y confieso que estoy EXTRA GRUMPY el día de hoy. No por la fecha, sino por el #Reto2014. Pase bajo su propio riesgo, hoy muerdo.
— Pepe (@pepetonito) February 14, 2014
Sí. Ayer mordía.
Bueno, hoy también, pero menos.
Lo importante es que este reto tiene un componente de ganancia inmediata, y ese es otro de los indicadores que podría usar para medir el avance logrado. Una ganancia monetaria y tangible.
El #reto2014 me ha redituado 322.17 pesos.
Claro, no puedo hablar de una "ganancia", más bien es un "ahorro".... pero si entro en detalles arruino la sorpresa, la cual daré a conocer cuando vuelva del viaje que tengo que hacer la próxima semana.
Pues se van a perder las primicias que ni en Facebook voy a publicar. Aunque tampoco se las voy a dejar ir tan rápido (uno tiene que aparentar decencia).
Hace dos días que una idea ronda en mi cabeza, y hoy tuve el suficiente valor para ejecutarla. No dejaré constancia escrita de lo que trata (aún) y sólo un grupo selecto sabrá de esta aventurilla puesto que:
a) No quiero escarnio público si no lo logro. Al final, en palabras simples, llanas y coloquiales, es mi pinche pedo.
b) No quiero que se gafe.
c) Quiero ver cuánto tarda la gente en darse cuenta, porque sí.